Así aparecen las redes sociales, un nuevo nexo de hace años entre los candidatos y los votantes, pateando el tablero que nutrieron durante años los medios tradicionales de comunicación, poniendo en duda el statu quo de la información y por sobre todas las cosas la agenda pública.

En las redes existe un hogar donde, entre múltiples interacciones de entretenimiento, consumos y distracciones, también se informan. Los periodistas juegan un rol fundamental donde a través de sus perfiles personales juegan el rol de distribuir en red, la información.

Para la política resignificó las estrategias electorales y la militancia, creando una nueva ventana de  acceso a la sociedad, trabajando en nuevos bunkers digitales.

Este escenario de interacción obligó a deshacerse de herramientas habituales y adecuarse a nuevas reglas, buscando siempre llegar a la mayor cantidad de ojos y oídos posibles. El espionaje de los ciudadanos es el gran motor de las tendencias en comunicación que de desarrollan en los últimos tiempos. Esta acción requiere de sistematización y estrategias definidas para que se ejecute con efectividad. 

Las nuevas reglas implican crear un centro de monitoreo e identificación de temas, implantar acciones (posibles fake news) para difundir opiniones e intervenir en  conversaciones de usuarios. Estudiando actores de relevancia en relaciones virtuales, identificación de patrones geográficos y sociodemográficos de los usuarios.

Desde ya se sabe que los usuarios en las redes, desde influencers, hasta simples consumidores, se mueven por recomendación, el monitoreo de dichas conversaciones y el desarrollo de una táctica adecuada puede movilizar voluntades, transformándose en negociaciones colectivas y así impactar en medios tradicionales.

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