El candidato libertario buscó retomar el control de la campaña tras el avance del ex presidente. Massa, Cristina Kirchner, el debate presidencial y la sorprendente migración de los votos entre las PASO y las generales
“Prefiero malo conocido que malo por conocer”. La frase la pronunció una mujer que vive en William Morris, un barrio del oeste del conurbano bonaerense, en uno de los focus group que realizó una empresa de encuestas y análisis político para detectar el sentimiento de los votantes que deben decidir, en apenas 15 días, el balotaje. En esas investigaciones surge también que Javier Milei personifica el cambio, mientras que Sergio Massa es de los dos el que ofrece menos incertidumbres.
Son reacciones intuitivas ante una elección que quedó desprovista de elementos y protagonistas que estimulen reacciones positivas. La esperanza fue hace un tiempo largo desplazada por el miedo, un sentimiento que se presenta ante un peligro real o imaginario y que se materializa ante la obligación de optar por uno u otro candidato.
Más allá de las encuestas que pronostican resultados y tendencias y de los últimos acontecimientos en cada una de las coaliciones que chocarán el 19 de noviembre, dos estudios combinados de Poliarquía, la consultora que lideran Eduardo Fidanza y Alejandro Catterberg, pueden servir para entender el momento que atraviesa la Argentina en la antesala de la batalla final de un agotador año electoral.
El índice de Confianza del Consumidor tuvo en los últimos tres meses una disparada en simultáneo a las medidas anunciadas por el ministro/candidato Massa para mejorar súbitamente los ingresos. Pero en simultáneo, el otro índice de Confianza, el que tiene que ver la visión que tiene el ciudadano sobre el desempeño del Gobierno se mantienen en los niveles más bajos de la serie. El consumidor piensa y siente distinto que el ciudadano. ¿Quién de los dos se expresará en las urnas dentro de tres domingos?
Son acertijos que por ahora no tienen respuestas concluyentes y que se alimentan de dichos y hechos en torno a los dos candidatos que competirán en dos semanas por la presidencia. Massa y Milei son finalistas en una carrera de obstáculos y el final está más abierto que nunca, según coincidieron analistas consultados para esta nota.
Massa, como candidato de Unión por la Patria, logró recién entre el miércoles y jueves restablecer el abastecimiento de combustibles. Fue un problema que alteró los nervios de una sociedad castigada por la inflación, entre otros padeceres. El ministro de Economía anunció una batería de medidas destinadas seguir mejorando los ingresos -vía créditos- y se ofreció como la contracara del candidato de La Libertad Avanza en las formas y el fondo. Ofreció reportajes a medios críticos, donde pronunció definiciones con fuerte impacto. “No soy kirchnerista”, fue apenas una de varias frases.
Milei, por su parte, después de días de haber sido relegado por la centralidad de Mauricio Macri, retomó el protagonismo con varios gestos que buscaron matizar la colonización por parte del ex presidente y de Patricia Bullrich de la campaña de cara al balotaje. Insistió con que sólo hubo “apoyo incondicional” y que el pliego de condiciones que leyó la ex candidata no había sido más que un mero manifiesto.
Ambos candidatos tienen por delante el hito más importante de la campaña de cara al balotaje, que es el debate presidencial del 12 de noviembre, que puede servir de trampolín o tobogán. Pero vamos por partes.
En La Libertad Avanza creen que la fiscalización va a ser decisiva para ganar. Confían en que la aritmética está de su lado y desestiman que el “factor humano” de Milei en el tramo final de la campaña pueda comprometer sus chances de éxito. Así lo reconocieron fuentes que conocen al diputado desde hace varios años, antes de consagrarse como político audaz, convocante y, ahora, presidenciable.
“Está nervioso, no se lo ve cómodo con este nuevo discurso, porque no lo representa. Su esencia no es la de alguien moderado. Está haciendo un esfuerzo grande para adaptarse”, aseveró un antiguo consejero que prefirió hablar en reserva. Según su opinión, el líder libertario evidencia las dificultades de adoptar una narrativa que no fue la que lo puso en el balotaje. Ni “cambiar”, ni la defensa de los valores republicanos fueron sus caballitos de batalla en los últimos cinco meses de campaña. Pero son situaciones que no llegan a ser un riesgo para la victoria.
La necesidad de correrse al centro para reunir los votos que le faltan para ganar el balotaje lo empujó a Milei a hacer un acuerdo con Macri del que sus más cercanos colaboradores todavía no terminan de estimar cuánto sumó y cuánto, eventualmente, le restó de potencia electoral. Lo cierto es que ya no hay motosierras, explosiones, ni sobreexposición de voceros descuidados del impacto mediático de sus declaraciones.
Los libertarios, igual, no quieren distraerse en eso y lo toman ya como un hecho consumado. Apuestan a conseguir del acuerdo con Juntos por el Cambio una prestación invaluable: un ejército de fiscales que les garantice en cada mesa de votación al menos una persona que controle, revise y custodie los votos, y sobre todo, la conformación de los telegramas y las actas. Desde Ushuaia a la Quiaca, desde Villa Libertad a Eldorado o Quitilipi.
“Están peleando las mesas con las actas que les mandamos nosotros. Ellos no tenían fiscales. Un papelón”, contó el miércoles uno de los organizadores de la votación en la provincia de Buenos Aires. En el equipo electoral que trabaja para Milei y que lidera el estratega y consultor político Fernando Cerimedo, admiten un déficit grave en la fiscalización, que esperan revertir con el aporte de JxC tras el pacto con Macri y Bullrich. “No vamos a denunciar fraude, aunque hubo muchas irregularidades. No tenemos forma de demostrarlo. En muchísimas mesas y en escuelas no hubo nadie nuestro”, revelaron en La Libertad Avanza, que llegan confiados en que Unión por la Patria llegó al techo y ellos tienen más chances de sumar que sus rivales.
La cuenta que hacen es simple: Massa obtuvo 37% en las elecciones, Milei consiguió 30% y el 33% por ciento restante es un voto más afín a la oposición que al oficialismo. No creen que el rechazo a su figura supere al hartazgo con el Gobierno.
El pacto y el acto
Volviendo al pacto Milei-Macri-Bullrich, entre los analistas políticos la mirada está puesta en la limitación discursiva y personal que ese acuerdo le impuso al líder libertario. Es un corset del que está intentando desprenderse de una manera ostensible y elocuente. Para entenderlo puede ser útil mirar y leer los gestos que hizo en los últimos dos días en donde hace política Milei: los medios y las redes. Primero leyó un mensaje que publicó en TikTok -la única cuenta que no maneja él, sino que la gestiona el influencer Iñaki Gutiérrez- donde dijo que no va a tocar ni la educación ni la salud pública, entre otras definiciones. También en redes publicó un video donde propone “cambiar” para frenar la decadencia y volver al crecimiento de principios del siglo XX. Y por otra parte aclaró que no iba a ceder en ninguna de las ideas de política económica, como cerrar el Banco Central o la libre competencia de monedas, que a la postre es dolarizar. También en TV dijo que no hubo un pacto y que sólo hubo un “apoyo incondicional”.
Son definiciones que le dan una nueva interpretación al documento de 12 puntos que leyó Patricia Bullrich cuando anunció la semana pasada en conferencia de prensa el pacto de Macri y ella con Milei. “Estoy en un 90% de acuerdo con esas cosas”, se limita a repetir el diputado libertario, sin aclarar cuál es ese 10% de disidencia.
En esas definiciones, en los hechos, el líder libertario expuso la dificultad de reducir su plataforma de ruptura, con aspiraciones cuasi revolucionarias, a ideas, conceptos y propuestas de índole reformista.
Más allá de eso, Milei volverá el sábado a la calle, el hábitat que más disfruta, para encabezar a partir de las 10.30 un acto en el centro de San Isidro, en Alvear y Arenales. Tendrá el formato de un banderazo y esperan que allí no sólo participe el típico público libertario. Siendo un distrito de Juntos por el Cambio, confían en que se produzca por primera vez un acto conjunto de dos tipos de militantes que hasta ahora caminaban por veredas distintas, incluso opuestas.
“No queremos dirigentes, no están convocados. Pero si vamos a San Isidro, esperemos que la militancia de Juntos por el Cambio, la gente que los apoya a ellos, se muestre. Hay mucha gente grande. A ellos ya no les decimos viejos meados. Ahora son viejos basados. Tampoco son la casta, ahora son nuestros”, confiaba uno de los que promovió la manifestación.
En San Isidro, después de 40 años ininterrumpidos de la familia Posse en el poder, el macrista Ramón Lanús ganó la interna y luego la elección general. Será el primer intendente con otro apellido desde 1983 que encabezará la Municipalidad. ¿Participará del acto libertario?
A Milei el regreso a la calle lo reinstala en el lugar que mejor le sienta, mientras se asoma la prueba más importante que tiene por delante: el último debate presidencial, el 12 de noviembre en la Facultad de Derecho de la UBA. Es el domingo previo al balotaje. Si el surfear la multitud es el deporte que mejor juega, la esgrima verbal y la competencia dialéctica es donde mayores dificultades encontró, más aún durante la campaña.
Cuatro analistas políticos consultados por Infobae coincidieron en que el candidato de La Libertad Avanza tendrá en el debate su prueba más difícil y el momento de momento de mayor riesgo. Con un rating que en la primera edición, en Santiago del Estero, tocó picos de 45 puntos; y en la segunda, en la Facultad de Derecho de la UBA, alcanzó los 39 puntos, un error en el discurso, en la actitud o en la forma de expresar sus ideas podría ser catastrófico para sus chances electorales.
Sergio Massa en las dos instancias se mostró más sólido y aplomado y demostró que la experiencia de varios debates previos le permitieron mostrarse con más soltura, incluso en los momentos de alta tensión. “Es un gran vendedor de un mal producto”, explicó uno de los analistas consultados para esta nota. El candidato de Unión por la Patria esta semana festejó como victorias que la Cámara Nacional Electoral no haya autorizado el ingreso con papeles ni carteles y que se permitiera la circulación libre sobre el escenario que se montará en el Salón de Actos de la casa de estudios. Creen los estrategas de UP que arrancan con ventaja.
Massa y la contracara
El candidato de Unión por la Patria encara las dos semanas que le quedan hasta el balotaje con un apretado circuito de actividades en los que tratará, al mismo tiempo que abarcar en términos geográficos el país, enviar mensajes que contrasten imagen y propuestas con las de Javier Milei, Macri y Bullrich.
Esta semana terminó de cerrar el frente de conflicto inesperado y peligroso que se abrió por la falta de combustibles en todo el país. Tras la advertencia de que no permitiría exportar más a las petroleras si no se normalizaba el abastecimiento en las estaciones de servicio, al jueves ya se había regularizado la situación. Fue superado pero sus efectos todavía no se puede calibrar si impactaron de algún modo en la intención de voto.
Desde el lunes y hasta hoy, Massa mezcló la presencia mediática -en entrevistas en canales críticos como TN y LN+- con anuncios de fuerte impacto como los beneficios jubilatorios y créditos de hasta 1 millón de pesos para trabajadores y hasta 600 mil pesos para la clase pasiva. Son iniciativas que le valieron de todos modos denuncias penales por supuestos incumplimientos de las restricciones del Código Electoral que presentaron al menos 4 diputados y dirigentes de Juntos por el Cambio, entre ellos Hernán Lombardi y María Eugenia Talerico.
Participó también de la sesión de la asamblea legislativa que encabezó la vicepresidenta Cristina Kirchner en la que se proclamaron la dos fórmulas que competirán en la segunda vuelta. Se mostró solo en uno de los balcones de la Cámara baja, mientras debajo, en el hemiciclo, estaba Milei, que se apoyó en la pared por un fuerte dolor de espaldas que es crónico, de hace años. Por la tarde-noche viajó para participar de la apertura del Festival de Cine de Mar del Plata junto a un nutrido grupo de artistas nacionales. Allí planteó fuertes críticas a Milei, pero sin nombrarlo.
“El ataque a la cultura es un intento de tiro al alma de los argentinos que no viene solo. Esa construcción de que somos un país de mierda, de que hay que tachar por gasto a la cultura, de que hay que tachar los mecanismos de protección para ir al individualismo, ese desapego por lo nuestro tiene una expresión que es tal vez la más prístina en cuáles son los dos modelos de país y que se ve reflejada en la posición frente a Malvinas. Mientras defendemos la sangre y la historia de nuestros caídos en Malvinas escuchamos del otro lado que no tenemos derechos y que es de los ingleses”, afirmó.
“Al final del camino siempre el amor y la esperanza le ganan al odio y a la violencia”, continuó Massa, que recorrerá este fin de semana localidades del interior bonaerense, Corrientes y el lunes a Córdoba.
Aunque Massa evita nombrarlo, las ideas y medidas que viene anunciando buscan contraponerse a los planteos de Milei. Si bien en el equipo de campaña insisten en que la democracia argentina no está en riesgo, sí el peligro es “tener un gobierno imprevisible, desordenado”. E interpretan la reaparición de Macri ocupando el centro de la escena como un intento de revivir la grieta. “La grieta murió”, dijo el propio Massa la noche del 22 de octubre en el discurso después de la victoria.
En los próximos días insistirá en esos discursos en sus apariciones públicas: el domingo será entrevistado en La Nación+ (muy crítico con el gobierno) y Massa insistirá con la idea de poner en marcha “una nueva etapa”, clave para asumir como propio el concepto de cambio que se presenta en los focus y en los análisis de opinión pública. “Nueva etapa con más inclusión, un Estado presente, protección para todos aquellos que lo necesitan, pero con control, un Estado eficiente sin privilegios, una justicia eficaz y despolitizada”, entre otras ideas.










