Nacemos con una única certeza: la muerte

Y aún así resulta ser uno de los grandes temas tabú, hoy que una bacteria se nos presenta, y revive esta posibilidad en el cotidiano, nos refleja algunos miedos anidados como sociedad.

La creencia de ser invencibles, el continuamente postergar merecer un momento de paz y disfrute, por sentirnos productivos ante un sistema que nos invita constantemente a constituir un hacer humano. Hasta a veces no distinguir que nos sucede o simplemente no hacernos el espacio.

 La tanotología, disciplina científica que se encarga de encontrarle sentido al proceso de la muerte, duelos o perdidas significativas, nos refleja la resistencia a la impermanencia con la que cohabitamos y lo describe como un estudio de la vida que incluye la muerte.

 

Cabe destacar una premisa muy importante para esta disciplina, que es: quienes le temen a la muerte esconden un gran temor a la vida.

¿Cuántas veces nos reconocemos con el físico que nos representaba? ¿Con la pareja o familia ideal que habíamos construido, según lo socialmente correcto? ¿Cuántas otras con ese objeto tan preciado que nos pertenecía?

Este método nos invita a la aceptación, claro que es un resultado obtenido luego de pasar por un proceso donde se presentara la negación de aquello que sucedió; luego una identificación de ser un posible negociador con la vida “si me dejas un momento más, un sueño más”; el dolor que produce la perdida y el desgano; otra de las fases comunes que se presentan es el enojo con la vida ante aquello que no sucede más, que no está más presente; para finalmente la aceptación.

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